El ayuno intermitente se ha puesto de moda. Los expertos en Nutrición de la Escuela Universitaria ADEMA-UIB, las docentes el Grado de Nutrición Humana, Dra. Carla Busquets y Dra. Estefanía García; y el dietista-nutricionista de la Clínica Universitaria ADEMA, Pablo Estebala, han explicado hoy en un foro organizado por el departamento del Programa de Orientación y transición a la Universidad (PortUIB) las claves para entender en qué consiste, qué ocurre cuándo ayunamos y qué beneficios y qué posibles riesgos tiene para la salud humana.

Los expertos de la Escuela Universitaria ADEMA han explicado que los períodos de abstinencia voluntaria de alimentos sólidos y líquidos (es decir, ayuno intermitente) se vienen practicado desde la antigüedad. Los libros sobre etnología y religión describen una notable variedad de formas y prácticas de ayuno. El interés renovado en los regímenes de ayuno se evidencia en un conjunto de publicaciones de prensa y recomendaciones dietéticas, muchas veces difundidas a través de las redes sociales y otras fuentes digitales.

Para comprender qué es el ayuno, según la doctora Carla Busquets, cabe remitirse al significado etimológico de este término, cuyo origen se sitúa en el mote latín ieunum, cuya traducción literal sería ‘vacío’. Así, el término ayuno hace referencia a aquella abstención total o parcial del consumo de alimentos por un tiempo determinado. Además del ayuno nocturno, que es fisiológico e involuntario, existen otras motivaciones que pueden conducir a un individuo a permanecer en ayuno de manera voluntaria, entre las cuales destacan las creencias religiosas, motivos terapéuticos asociados a desórdenes metabólicos, ideología individual y porque “está de moda” ó porque ha ganado popularidad.

El ser humano, a través de los diversos mecanismos evolutivos, ha desarrollado adaptaciones conductuales y fisiológicas que nos permiten sobrevivir a períodos de escasez o ausencia de alimentos. Concretamente, los mamíferos tenemos órganos como el hígado y el tejido adiposo que funcionan como depósitos de energía que permiten el ayuno/inanición durante períodos de tiempo variables. De hecho, es importante destacar que los sistemas metabólico, endocrino y nervioso evolucionaron de manera que permitieron altos niveles de rendimiento físico y mental en ayunas. Cuando se produce un déficit calórico (caso del ayuno), se segregan una serie de hormonas entre las cuales destaca el glucagón liberado por células pancreáticas, que promueven la movilización de los TG almacenados en las células del tejido adiposo y su liberación a la al torrente sanguíneo.  Así, estos lípidos quedan disponibles para su uso a nivel celular para la obtención de energía para realizar las funciones vitales.

Para la doctora Estefanía Ruíz, “cuando estamos en una situación de ayuno al no tener nutrientes de forma externa se ponen en marcha diferentes procesos metabólicos”. Desde su punto de vista, “el metabolismo del ayuno, no es un proceso estático, sino que es dinámico porque existen interrelaciones metabólicas en los principales tejidos corporales, y van evolucionando a medida que se prolonga en el tiempo. Por otro lado, en la fisiología del ayuno existen otros factores que están involucrados como nuestro reloj biológico y la microbiota”. 

Para el Dietista-Nutricionista de la Clínica Universitaria ADEMA, Pablo Estabala, “los estudios científicos muestran una tendencia a favor de que el ayuno intermitente puede ser una herramienta terapéutica efectiva para el tratamiento de diferentes patologías y condiciones como el sobrepeso, obesidad, diabetes y salud cardiovascular”. Sin embargo, según el experto, “dichos efectos no están claros si se deben realmente al ayuno intermitente o por la restricción calórica que conlleva en muchos casos. Cuando se compara el ayuno intermitente con una restricción calórica, no existen diferencias significativas”. Por tanto, la práctica del ayuno intermitente deberá estar personalizada y tener en cuenta el contexto de cada persona, del objetivo y de las patologías que presenta el individuo.