
El embarazo es una condición especial y delicada en el que aumentan las necesidades energéticas y de proteínas, vitaminas y minerales en la madre, ya que las mujeres embarazadas deben cubrir sus necesidades junto con las del futuro bebé, durante 9 meses, mientras éste se desarrolla en su vientre.
En esta entrada de blog se incidirá en el potencial beneficio de los suplementos de algunos grupos de vitaminas y minerales, aunque su utilización indiscriminada puede ser controvertida al desconocerse los posibles efectos secundarios de dosis excesivas.

Los suplementos son aquellas sustancias nutricionales que complementan las comidas con el fin de mantener una buena salud, y prevenir o tratar enfermedades.
Se debería empezar a tomar la suplementación nutricional al menos un mes antes de la concepción, es decir, antes de quedarse embarazada, y durante las primeras 12 semanas de gestación. Este apoyo no sustituye ningún alimento, ya que solo es útil para complementar y ayudar a aumentar los beneficios de los componentes alimentarios de la dieta normal.
Hay diferentes tipos de suplementación, como también hay diferentes tipos de administración (comprimidos, alimentos, fórmulas especiales…). Dependiendo de la fase del embarazo, estarán más recomendados unos tipos de suplementos que otros.
ÁCIDO FÓLICO
El ácido fólico (vitamina B9) es importante para la producción y mantenimiento de células nuevas, así como para la síntesis del ADN y la formación de glóbulos rojos.
Es recomendable que las mujeres embarazadas ingieran 0,4 miligramos antes y durante la gestación del neonato. En embarazo considerados de riesgo, la cantidad recomendada deberá consultarse con el ginecólogo/a o matrona.
Cuando existe un bajo nivel de ácido fólico durante el embarazo, aumenta el riesgo de bajo peso del recién nacido y los defectos en el tubo neural. Si estás embarazada o planeas estarlo, debes basar tu alimentación en alimentos como vegetales, legumbres y frutos secos, que son ricos en ácido fólico. Al ser una vitamina soluble en agua, se excreta en orina y no se han reportado casos de efectos secundarios por el consumo excesivo de ácido fólico.
YODO
Este suplemento ayuda a aumentar la formación de las hormonas tiroideas, que son necesarias para el crecimiento y formación del feto, para regular el desarrollo del cerebro y del sistema nervioso.
Este lo podemos encontrar en diferentes tipos de alimentos como los vegetales, mariscos, pescados, lácteos, etc. Pero la suplementación más segura para cubrir sus necesidades es la dosis de 0,2 mg al día de sal yodada. En casos de hipotiroidismo, una condición habitual en la mujer embarazada, se deberá aumentar la dosis de ingesta diaria de yodo con algún suplemento. En casos de hipertiroidismo, se deberá suspender la complementación de este elemento.
HIERRO

El hierro (Fe) es un elemento imprescindible para el desarrollo y crecimiento del feto. Forma parte de la estructura de las proteínas importantes, como por ejemplo la hemoglobina (encargada de llevar el oxígeno a nuestros tejidos).
El déficit de hierro se denomina anemia ferropénica, por lo que es importante revisar los niveles de hemoglobina y hierro, sobre todo en el segundo y tercer trimestre del embarazo.
Por otro lado, un aumento de hemoglobina es igual de perjudicial que una disminución, ya que puede causar parto prematuro, bajo peso al nacer, vómitos, estreñimiento, náuseas y diarrea.
El hierro se encuentra en los alimentos, como legumbres, frutos secos, cereales integrales, verduras, naranjas, kiwi, fresas, etc. Algunos alimentos como los lácteos, alimentos ricos en calcio, té o café hacen difícil su absorción y se deben consumir aislados de los suplementos. Otro consejo es tomarse los suplementos de hierro con el estómago vacío o con un complemento de vitamina C como puede ser un zumo de naranja, para así favorecer su absorción. Además, es recomendable tomar suplementos de hierro y alimentos ricos en calcio con una diferencia de dos horas para poder tener una correcta absorción de los dos suplementos y que no interfieran en la absorción de cada uno.
ÁCIDOS GRASOS OMEGA-3

Los ácidos grasos omega-3 son esenciales durante la lactancia y el embarazo para la formación neurológica y el adecuado crecimiento del neonato. Los omega-3 tienen un factor beneficioso para la madre gestante también, ya que reduce el riesgo de preeclampsia (hipertensión arterial).
Un déficit de omega-3 puede provocar alteraciones del sistema nervioso y provocar efectos secundarios graves como problemas o síntomas gastrointestinales, pero de todas maneras todo dependerá de la adecuada alimentación de la futura madre, así que sería recomendable que la madre siguiera un correcto asesoramiento alimentario.
Los pescados como salmón, sardina, caballa, bacalao, arenque, entre otros, son ricos en omega-3. Para las usuarias que no consumen pescado habitualmente, pueden recurrir a consumir semillas de lino o de chía, nueces o semillas de cáñamo, por ejemplo.
CALCIO

Durante el embarazo, se producen cambios en el metabolismo del calcio, como el aumento de la absorción intestinal, con el objetivo de facilitar su aporte desde la madre al feto, manteniendo los niveles plasmáticos y óseos maternos.
La mayoría de los estudios epidemiológicos sobre suplementos de calcio durante la gestación demuestran una relación inversa entre el consumo de calcio en la dieta y la incidencia de enfermedad hipertensiva del embarazo.
Se recomienda una ingesta diaria de calcio de 1.000 mg, al igual que para las mujeres en edad reproductiva no gestantes. Esta cantidad se puede cubrir con una dieta que incluya al menos tres raciones de alimentos ricos en calcio, como la leche o el queso, además de fuentes no lácteas.
El suplemento de calcio se debe reservar para mujeres de alto riesgo, como las gestantes de países en vías de desarrollo, adolescentes, subgrupos con ingesta pobre en calcio (menor a 600 mg/día) o alto riesgo de preeclampsia.
Sin embargo, es importante no exceder la cantidad recomendada de calcio, ya que un exceso de calcio también puede tener efectos negativos en la salud.
ZINC
El zinc (Zn) es un nutriente esencial presente en proteínas animales y cereales. Se recomienda una ingesta diaria de alrededor de 11 mg de zinc, ya que es un nutriente clave para el desarrollo del bebé durante los primeros 1000 días.
Un déficit de zinc puede causar malformaciones o partos prematuros. Aunque actualmente no hay pruebas suficientes de que se necesite complementar con zinc durante el embarazo.
Es importante no sobrepasar las dosis recomendadas de zinc, ya que un consumo excesivo puede ser perjudicial para la salud. Se puede obtener zinc a través de alimentos como carnes, mariscos, nueces, semillas, productos lácteos y cereales fortificados.
En relación con todo lo mencionado anteriormente, es importante destacar que todas las vitaminas y minerales son fundamentales para el correcto desarrollo del feto/neonato y para asegurar un buen embarazo para la madre.
Cuando no se consumen suficientes vitaminas, minerales, proteínas, etc., es necesario complementar la dieta con suplementos nutricionales adecuados, previamente mencionados en este texto, para garantizar una gestación saludable y un embarazo seguro, sin posibles complicaciones. Se han mencionado distintas clases de vitaminas y minerales, explicando sus funciones, la razón por la que son necesarios y si deben ser empleados durante la fase del embarazo. Hay que recalcar que estos complementos están indicados para mujeres embarazadas sanas, ya que, si existe algún problema de salud, las recomendaciones específicas las debe hacer un profesional de salud. Además, es importante consultar siempre con los profesionales médicos los suplementos más beneficiosos, ya que deben aportar los nutrientes necesarios tanto como para la madre como para el feto.
ALUMNAS:
NOAH GASTOU, INÉS PÉREZ, AINA SÁNCHEZ, MARINA CERRO
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